Después de la festividad de la Virgen de la Peana, la festividad más importante es la del patrón de Ateca, San Blas, que se celebra los días 2 y 3 de febrero. El culto a este santo esta extendido en la comarca, aquí cuenta, como original ingrediente, con la presencia y actuación de la Máscara. Ateca celebrá la purificación de San Blas, con actos tradicionales y novedosos, mezclando actos profanos y religiosos.
La Máscara es el elemento más singular de la fiesta, personaje semigrotesco, vestido con traje a rayas, rojas y amarillas, similar al rabino de la baraja.Como atributos porta un sable y <<una corbetera>>. En la actualidad se lanza a la calle el día de las Candelas, con la intención de perseguir a los muchachos mientras éstos le insultan ferozmente intentando arrancarle los cascabeles de su vestido, el cual queda destrozado al acabar la fiesta. Cabe mencionar el acto que se celebra el dia 3, después de la misa que tiene lugar en la ermita de San Blas, cuando la Máscara inicia el ascenso al cerro de San Blas, en cuya cima, decenas de muchachos intentan que no logre subir lanzándole insistentemente la fruta adquirida ese año por el municipio para la ocasión. Una vez que la Máscara ha logrado coronar la cima, se realiza un gigantesco corro en cuyo centro se situa la Máscara, protagonizando uno de los momentos más entrañables del día, pues a coro, entonan todos juntos la canción del Puente de Alcolea. Finalizada la coplilla, Máscara y chiquillos se lanzan ladera abajo, hasta llegar a la ermita del santo, donde antiguamente, cuando José Maria Peña representaba el personaje, recitaba los versos siguientes: <<Glorioso San Blas bendito, he cumplido mi misión, ahora vamos a la iglesia a cumplir con devoción.>>
Su primera salida es al mediodía del 2 de febrero, la Virgen de las Candelas, corriendo y golpeando con su escudo o corbetera a toda la chiquillería que le insulta y provoca, anunciando su ataque golpeando aquella con el sable que porta. Los insultos son de todo tipo, desde los más inocentes a los más groseros. En su recorrido por las calles de la villa va entrando en casas y comercios donde se le obsequia con pastas y licor; en estos casos la Máscara pone la corbetera sobre la cabeza de los que visita a modo de protección.
La segunda salida es a las nueve de la noche del mismo día coincidiendo con el encendido de una gran hoguera en medio de la Plaza de España. En un momento determinado la Máscara, tras invocar a San Blas, saltará las brasas de la hoguera siendo aclamada por el público. Seguidamente se forma un gran corro alrededor de la hoguera cantando la tradicional canción del Puente de Alcolea.
La tercera y última salida se produce al día siguiente, día del patrono San Blas. A mediodía la chiquillería sube al cerro de San Blas que se encuentra junto a la ermita del santo y desde allí arrojan manzanas o naranjas tratando de impedir que la Máscara acceda al cerro (antiguamente se tiraban piedras) cubriéndose esta con una corbetera de tamaño mayor que la de correr, hasta que cuando se encuentra a corta distancia se ordena el cese.
Una vez arriba, chiquillería y mayores se cogen de la mano formando un gran corro alrededor de la Máscara y vuelven a cantar la canción del Puente de Alcolea que dice lo siguiente:
En el puente de Alcolea
había un puchero roto,
le pegaron un balazo
y cayó del puente abajo
Al pasar el río,
al pasar el río,
a mi tío Antón
le llegaba el agua,
le llegaba el agua,
hasta el calzón.
Este acto da por concluida la fiesta.