En 1628 se inicia la construcción de la Casa Consistorial fuera de lo que era el recinto amurallado de Ateca, realizándose en piedra sillar y ladrillo. Este magnífico edificio se encuadra en el estilo del Renacimiento aragonés, caracterizado por la simetría, la ligereza y la elegancia.
Su fachada principal consta de tres pisos:
El piso inferior consta de 8 grandes arcos de medio punto en piedra sillar, enmarcados con pilastras adosadas de estilo toscano (con fuste acanalado), formando soportales que se utilizarían como lonja de comercio.
El segundo piso o planta noble está realizado en ladrillo y dividido en ocho paños por la prolongación de las pilastras del piso inferior. En cada paño hay un balcón volado con vano adintelado.
Finalmente en el tercer piso se dispone de una galería de arquillos de medio punto con doble arcada, característica galería aragonesa (elemento arquitectónico típico del estilo de los palacios renacentistas aragoneses) y rematado en su parte inferior con óculos.
El edificio está rematado por un alero construido también en ladrillo, formado por un listel, un cuarto bocel, banda denticulada y gola.

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De las fachadas laterales destaca la lateral izquierda que es la que guarda más elementos originales. Ambas son simétricas, compuestas por tres paños verticales y otros tres en altura. Uno de los paños alberga un arco de medio punto continuación de la lonja, y los otros dos paños son construidos en tapial con verdugadas de ladrillo.
La fachada posterior sólo se compone de dos plantas, en tapial con verdugadas de ladrillo que forman siete paños de distinto tamaño. En el paño central se encuentra la puerta, en arco de medio punto construido en ladrillo. La decoración de ladrillos y paramentos enlucidos dan a la fachada gran movimiento, a pesar de la pobreza del material.


El edificio fue restaurado por medio de varias Escuelas Taller en la primera mitad de los años 1990.